A sus 6 años, Deisy Cortés empezó a sentir que el ritmo corría por sus venas. Vivía en la casa de su abuelo, en Cali, donde sus tíos paternos bailaban salsa sin parar. No lo sabía aún, pero esos momentos marcarían el inicio de una travesía rítmica que la llevaría a ser una figura emblemática en las comparsas de Cartagena. Sin una academia que guiara sus pasos, Deisy aprendió a bailar empíricamente, dejando que el ritmo fluyera a través de su ser como un lenguaje innato.
En 2009, a sus 47 años, Deisy se unió a la comparsa Bahía de Manga. Este acto no solo fue un desafío a las convenciones sociales sobre la edad y el arte, sino también un testimonio de su inquebrantable pasión por la danza. En Bahía de Manga, Deisy encontró un espacio donde su amor por el baile y su compromiso con la disciplina se entrelazaban, creando espectáculos que resonaban con el corazón de Cartagena.
El martes 14 de noviembre, se presentó como un día crucial para Deisy y su comparsa. Era el cierre de las Fiestas de Independencia, y a las 2:00 de la tarde, todo debía estar listo. Deisy, viviendo en Crespo, llegó temprano al evento, asegurándose de que todo estuviera en orden: el vestido con los colores de la Bahía de Manga -azul, naranja y verde, simbolizando los monumentos de la ciudad-, los aretes, y la pancarta del Caballo de Getsemaní, que llevaría su hija. A las 3 de la tarde, los grupos comenzaron a presentarse, pero a las 4, una llovizna inesperada cayó sobre Cartagena. Lejos de desanimarse, Deisy y su comparsa transformaron este contratiempo en una fuente de energía, ofreciendo una danza llena de emociones y vitalidad, un reflejo perfecto de las festividades novembrinas.
Aquel no fue solo un día de celebración y desafíos climáticos, fue un día en el que la unidad y el orden fueron protagonistas. Deisy, con su comparsa, demostró que más allá de la técnica y la experiencia, lo que realmente hace vibrar a una comparsa es el corazón y el compromiso de sus integrantes. En cada paso de Deisy, en cada giro y en cada sonrisa, se refleja la esencia de una bailarina que ha hecho de su vida una danza incesante, un canto de amor a su cultura y a su gente.
Con su experiencia y su corazón puesto en cada movimiento, se convierte en una mentora para las jóvenes aspirantes a bailar en nuestras festividades novembrinas. Su consejo es claro y poderoso: “Sean ustedes mismas, confíen en su talento y mentalícense”. Ella entiende que el baile más que técnica, es expresión, “es pasión, es ser fiel a uno mismo”.
La comparsa Bahía de Manga, bajo su guía, no solo ha brillado en Cartagena. Su talento y su energía los llevaron a ser invitados a participar en un evento cultural en Nueva York, representando a Colombia y mostrando al mundo la riqueza de su cultura. Este grupo, compuesto por señoras, señores y adolescentes, refleja la diversidad y la apertura cultural que Deisy siempre ha fomentado.