¿Alguna vez leíste la historia de una serpiente maligna que llamó la atención del humano para que probara el fruto del pecado? Seguramente sí, la de Adán y Eva, una crónica que idealiza la serpiente como protagonista del fruto prohibido, en la que ellos fueron expulsados del Paraíso, el Reino de Dios.
¿Alguna vez leíste la historia de una serpiente que contagiara de unión y alegría a locales y turistas en Cartagena durante las fiestas de noviembre? Aquí, en Revista Visor, te la contamos:
Así como la serpiente ha sido interpretada como un símbolo ambivalente, desde la renovación de la vida hasta la tentación y el pecado, Maritza Zúñiga se ha encargado de personificar esta dualidad en aras de su compromiso con la humanidad, con apoyo de sus habilidades para modelar la realidad a través del arte. Como la serpiente que despierta múltiples interpretaciones, la obra y legado de Maritza se revelan como un testimonio vivo de la capacidad para enriquecer la vida y el alma de las comunidades, desafiando percepciones preestablecidas y guiando a otros hacia un renacimiento cultural.
Para adentrarnos en su historia, llegamos hasta su casa y nos aproximamos a todas sus creaciones. En su terraza encontramos una academia donde se estimula el talento artístico a través de las artes plásticas como parte de su semillero de investigación. Durante el proceso, descubrimos que era una casa fuera de lo común, con sus murales y sus obras en óleo, sus diplomas que certifican su especialidad, una vitrina llena de innumerables premios por cada espacio cultural que ha participado.
A dos días de la gran fiesta de independencia ya tenía en una mesa cantidades de tocados, los disfraces, los adornos, los maquillajes y cada uno de los implementos que justamente estaban preparando para ese anhelado día. El hogar de Maritza se describe como un espacio pedagógico y creativo, que se instala en cada rincón como una muestra de la densa propuesta de su comparsa.
En homenaje a su padre
Maritza nació el 16 de abril de 1967 en el municipio de Villanueva, Bolívar. El legado de esta destacada artista y educadora apasionada trasciende a los confines de las aulas de la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias. En su evolución como pionera en el arte y dar vida a los símbolos festivos se destaca con un brillo singular el disfraz original de “La Cobra”, una de las múltiples personificaciones de animales que dan vida a su llamado “animalario festivo”.
Inició sus estudios en Artes Plásticas en la Universidad de la Sabana, en Bogotá, pero su pasión la llevó más allá de las fronteras nacionales, por lo que decidió emprender su maestría en Pedagogía Profesional en el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC), en Argentina. Luego regresó para especializarse en Pedagogía de la lúdica y el desarrollo cultural en la Universidad de Los Libertadores.
En homenaje a su padre, un campesino luchador, Maritza eligió centrarse en el tema de la flora y la fauna, enraizada en sus propias experiencias de infancia. Estas representaciones, que se han vuelto inseparables de las festividades anuales en las fiestas novembrinas, son el resultado de una fusión magistral entre lo natural y lo artístico-pedagógico, fomentando un camino hacia la conciencia ciudadana en torno a la preservación de especies en peligro de extinción y la salvaguardia de tradiciones festivas ancestrales.
Mientras nos mostraba cada una de sus obras, que estaban colgadas en la sala de su casa, entendimos que su arte es un viaje que se inicia en la creación de elementos escultóricos, cuyas formas cobran vida con la maestría de sus manos, y se concretan hasta la confección y diseños de pinturas, atuendos que visten cuerpos de niños hasta adultos mayores. Para Maritza, el maquillaje corporal también es un elemento principal que se convierte en un lienzo donde las historias y los colores se entrelazan. Así mismo, la música y las danzas representan una coreografía contagiosa y encantadora.
Nació La Cobra
La conexión profunda con la naturaleza la inspiró a reformular la manera en que se abordaban los disfraces en las festividades de Cartagena. Un meticuloso rastreo histórico revela que en tiempos pasados se empleaban disfraces de animales vivos en las festividades, una práctica que, en lugar de alegría, generaba temor y tristeza en el público. Por ello, con tenacidad, Maritza dio un giro de 180 grados a este enfoque para forjar un nuevo personaje para su comparsa, uno capaz de evocar sonrisas y júbilo: La Cobra.
Pero ¿por qué la cobra? La elección de esta serpiente tiene una profunda significación. Maritza hizo una investigación en la que abarcó desde las páginas de la Biblia hasta las tradiciones de las culturas indígenas y africanas. Descubrió que la serpiente podía ser un símbolo de poder, sabiduría y renovación. Por este motivo, su meta trascendental siempre ha sido transformar la percepción de este animal, que había sido estigmatizado durante mucho tiempo. Desea inyectar pasión y sonrisas en lugar de miedo, una manifestación conmovedora de su inquebrantable compromiso con la educación y la cultura.
A lo largo de su trayectoria Maritza enfrentó muchos obstáculos y desafíos, sin embargo, esto nunca la ha detenido. Utilizó estas experiencias como escalones para fortalecer su obra e investigación, del mismo modo impulsó su estilo artístico, que evolucionó desde el arte conceptual y abstracto hasta un estilo realista que integra la naturaleza y las festividades. Maritza asegura que todavía le hace falta “mucho camino por recorrer” ya que pretende llegar hasta “viejita” no sólo para seguir incursionando cada proyecto que desde pequeña siempre soñó, sino también para que el verdadero espíritu de las Fiestas de Independencia permanezca vivo y, por ende, también cumplir su misión como docente y líder de su compasa.
Arte en pandemia
Las exposiciones individuales que protagonizó en el transcurso de su carrera son denominadas destellos luminosos en el firmamento de la creación artística. Entre estas, “Con Boca de Alegría”, la cual se destacó como un faro de expresión artística en el 2020, cuando el mundo se vio envuelto en la incertidumbre de la pandemia por el COVID-19. Esta exposición virtual exploró el poder de la sonrisa en una humanidad enmascarada resaltando la habilidad de Maritza para adaptarse a las circunstancias adversas y seguir compartiendo su arte aun en situaciones agobiantes.
Su exposición “Con Boca de Alegría” era una luz de esperanza en medio de un mundo donde las sonrisas se ocultaban tras mascarillas y las expresiones se hallaban aprisionadas por el distanciamiento físico. Maritza no solo exploró, sino también celebró la importancia de la sonrisa como un bálsamo necesario en un momento de crisis. Su obra se convirtió en un refugio para aquellos que ansiaban un rayo de alegría en medio de la tormenta.
Además, nos demostró que el arte puede ser un consuelo en tiempos oscuros, una fuerza poderosa capaz de sanar y unir comunidades fragmentadas. Su compromiso inflexible con la educación y la cultura deja una huella imborrable en el tejido de Cartagena y en el alma de quienes han tenido la fortuna de cruzarse con su comparsa de las cobras y su arte inspirador. Por esta razón, es que su legado resplandece como un testimonio de que incluso en los momentos más desafiantes, la creatividad y la pasión resultan ser una guía de esperanza y transformación.
Maritza nunca olvidará la emoción de su primer reconocimiento, el Congo de Oro, un hito que marcó el inicio de su carrera y simbolizó un logro significativo. Lo que es aún más especial, es que muchos de sus premios fueron logrados en colaboración con toda su “comunidad verde”, lo que representa un esfuerzo inquebrantable en equipo. Estos logros se han convertido en los cimientos de su trabajo de investigación y creación artística.
Ella misma se califica como un personaje con ansias de demostrar un auténtico performance de la cobra y otros animales, entre ellos el cangrejo. “Las otras comparsas se encargan de imitar o rendir homenaje a algún tema o danza, pero lo que nosotros hacemos es brindar al público unas esculturas en movimiento”, explica Maritza, quien no tiene intenciones de competir con sus colegas, porque en las fiestas hay espacio para todos. Únicamente pretende que en su comparsa prevalezca su propia identidad y que sea identificada por llevar en su arte un mensaje distinto y motivacional de lo importante que es la preservación de los animales y la genuina naturaleza.
Ganas y actitud
En el marco de sus enseñanzas, es importante destacar que, las cobras no solo le pertenecen a Maritza, es una comunidad abierta para todo el público, sin distinción alguna. El proceso de selección de estudiantes es sencillo, solo se necesita de herramientas como la actitud y las ganas.
Maritza forma personas que se interesen por aprender a bailar, divertirse, desahogarse mediante el arte, disfrutar, pero sobre todo se esfuerza por buscar aquellas que se apasionen por proteger el ambiente, con materiales biodegradables, hasta llegar al producto final, que es la elaboración de sus propios disfraces.
Para la elaboración de los vestuarios cada integrante de la comparsa participa del proceso creativo, ya que estos se realizan dependiendo de la persona que utilice el vestuario, es decir, varía según la personalidad y de lo que esa persona en particular desea comunicar. Aquellos que aún son niños utilizan un vestuario de cobra bebé, que supone un traje sin escama y un sombrero con la forma de la cobra recién nacida, sin colmillos, estos sombreros de cobra pueden tener los colores que el niño desee, ya sea azul, naranja, verde etc.
Muchos optan por dejar algo de su personalidad, en los sombreros de cobra, algunos ponen brillos, lentejuelas o usan el color que más les guste, porque según Maritza esto le da mayor esencia a la comparsa.
Las anécdotas siempre hacen parte del proceso de creación de una comparsa, suelen ser divertidas o también oscuras, pero en el caso de Maritza, resultó ser admirable, ya que, desde que decidió salir a los desfiles logró, con el paso del tiempo, consolidar una comunidad de alrededor de 80 personas que ella considera su familia. “El calor humano y la alegría que se contagia en estas comparsas tanto en niños como en adultos no tiene precio. En los desfiles me gritan ‘‘¡Cobra, tú sí pares! ¡Cobra!, ¿tú hasta dónde vas a tener tantos hijos?’”, expresa con alegría.
El sol y la cobra
En el desfile de la Independencia que se realizó el pasado 9 de noviembre de 2023, Maritza y su equipo conectaron la mitología egipcia con la cultura africana, donde la cobra se encuentra conectada con el sol. Por toda la avenida Santander, hicieron una gran simulación con unos báculos en formas de soles que reposaba en la cabeza de las cobras. También se llevó los aplausos de los asistentes la Diosa del Viento, representada a través de la cobra emplumada “Quetzalcóatl”. El viento fue un aliado perfecto para lograr el performance deseado.
“Que las fiestas nunca pierdan sus colores; que cada grupo, cada comparsa adopte su propia esencia, pero que nunca pase por desapercibido el verdadero espíritu de estas”, anhela Maritza. Ella desea que todos se apropien de estos eventos. “Todavía hay mucho desconocimiento de estas tradiciones en la sociedad”, añade. Por lo tanto, pretende plasmar un mensaje implícito de valor de la primera fiesta republicana para que esta sea reconocida mundialmente.
No es un secreto que Cartagena de Indias es una ciudad donde hay muchos problemas pendientes por resolver y para ello las intenciones de Maritza Zúñiga son claras. Ella pretende que mediante sus creaciones la alegría pueda llegar a ser ese sostén que tanto necesita la ciudad. Lo más importante para “las cobras” es que siempre prevalezca la buena cara ante las adversidades. “Cuando yo no pueda salir más en una comparsa, cuando se me acaben las fuerzas, deseo que en todas las comunidades que recorrí, nunca sean olvidadas las sonrisas que, con tanto regocijo, ansié estampar”, concluye.
“El objetivo es que todos los ciudadanos sean capaces de tenerle amor a las fiestas del 11 de noviembre y que sean empáticos con la naturaleza”, Maritza Zúñiga.
Una cobra al ruedo
Su obra más reciente, titulada “Al Ruedo, La Cobra y su Animalario Festivo”, se rige como un testimonio de su enfoque distintivo y su compromiso indómito. Este espectáculo trascendente tuvo lugar este 2023 en la Megabiblioteca del Pie de la Popa, deslumbrando a quienes tuvieron la fortuna de presenciarlo. La exposición es un crisol de creatividad y conciencia, que fusionan estos elementos con la naturaleza y con la expresión artística de una manera única.
Sin duda, deja una huella en la cultura festiva de Cartagena y en el universo del arte en general. Entre tantas aspiraciones Maritza comenta que quiere transmitir su arte como una prueba palpable de fuerza poderosa y ella con todo su equipo que cada vez se agranda más, son una muestra de voces que educan, unen y enriquecen las vidas de los cartageneros. “Porque el arte para transforma y eleva a la humanidad”, asegura.
“La Cobra” pretende que las próximas generaciones y sobre todo los que ella misma está formando sean los fieles protectores de las tradiciones, porque Cartagena necesita más personas comprometidas con el arte y las tradiciones. Además, para ella las fiestas significan más que un bando y un desfile. Uno de sus propósitos principales es que, con sus enseñanzas, los niños logren desarrollar sus habilidades y potenciales a través del arte, que estos aprovechen sus tiempos libres para volar su imaginación y que de esta manera sea posible concebir una Cartagena con un rumbo distinto.
Arte familiar
A Maritza le brillan sus ojos cuando habla de su familia, dice que es el pilar necesario para que el proceso sea óptimo y eficaz. Su esposo Humberto Moreno y sus hijas Dana, Dairana y Dora Moreno Zúñiga han contribuido especialmente en su proyecto por ser sus principales motores, aunque cuando ella empezó en esta travesía lo hizo sola, con el paso del tiempo ellos se fueron sumando. Y desde entonces, la famosa Cobra se crea en los barrios y en el corazón de cada comunidad.
Primero, se unió su esposo Humberto y luego se incorporó su hija mayor que al verla disfrazada de ese verde tan vibrante, le llamó la atención, y así sucesivamente fueron sumándose sus amigos y vecinos de los barrios aledaños. De hecho, Maritza confirma que el trabajo en familia es el primer paso para que se genere más armonía en el resto de la sociedad.
Como muestra de este lazo familiar, Maritza cuenta que hubo un año en el que no pudo ser partícipe de las comparsas al enterarse de uno de sus embarazos en octubre del 2006 y no fue hasta el año siguiente que pudo participar. Decidió llevar a su pequeña hija de tan solo un año, disfrazada de cobrita, para simular el nacimiento de una nueva cobra en esta gran familia que reúne amigos, vecinos y familiares. Suceso que quedó grabado en la memoria de los asistentes.