La revista Visor de la UTB, tuvo la oportunidad de conversar con Verónica Trujillo, una destacada egresada que combina su pasión por lo social y lo ambiental para liderar proyectos que transforman vidas en comunidades vulnerables.
Verónica Trujillo, economista y gerente de proyectos sociales, recuerda con emoción los momentos clave que marcaron su carácter durante su paso por la Universidad Tecnológica de Bolívar (UTB). Desde cuestionar a políticos hasta retar a profesores exigentes, su trayectoria refleja una combinación de intrepidez y compromiso que hoy la impulsa a generar un impacto real en las comunidades con las que trabaja en Cartagena.
Desde pequeña, Verónica sintió un interés especial por los temas sociales y ambientales, una vocación que atribuye en gran parte a su abuela paterna, Ana María Vélez, quien le inculcó la importancia de ayudar a las personas.
“Ella dedicó gran parte de su vida a ayudar a la gente y siempre me hablaba de la importancia de hacerlo y eso generó en mí una gran empatía hacia los demás”, comparte Trujillo, quien a sus 43 años lidera un portafolio de proyectos en la Fundación Santo Domingo.
Uno de los momentos más destacados de su paso por la UTB ocurrió en el auditorio Jorge Taua, durante un evento en el que candidatos a la alcaldía y la gobernación presentaban sus propuestas. En medio del discurso de un político, Verónica levantó la mano para preguntar: “¿Tienen calculado el porcentaje de la plata que el gobierno se roba?”. La inesperada pregunta dejó asombrados a los asistentes, en especial al político al que iba dirigida, quien dijo que no tenía la respuesta. “Siempre he sido muy preguntona”, comenta entre risas.
Ella también recuerda con cariño a sus profesores, puesto que trataba de llevarse bien con todos a pesar de su “naturaleza de peleonera”. Otra anécdota que la marcó fue cuando su profesor de matemáticas financieras, el cual tenía la fama de ser muy estricto, le dijo que la eximía del examen por sus buenas notas. Sin embargo, decidió rechazarlo porque ella “sabía que iba a sacar 5”.
“Le dije al profesor que quería hacer el examen para sacar una mejor nota que la que me había puesto. Él me advirtió que, si sacaba una calificación más baja, esa sería la definitiva, pero aun así lo hice”, relata Verónica.
Tiempo después, supo que el profesor utilizó su decisión como ejemplo ante otros estudiantes.
“Él decía que había tenido una alumna que lo había retado y esa fui yo porque no dejé que me eximiera. Muchas personas pensarían que estaba loca, pero yo sabía que iba a sacar una mejor nota y así fue”, recuerda con orgullo.
Su paso por la UTB no solo le dio bases académicas, sino que también le abrió puertas al mundo. Tuvo la oportunidad de irse un año como estudiante de intercambio al TEC de Monterrey, en México, donde recibió un consejo que aún guía su vida:
“Un profesor me dijo: ‘No te preocupes, ocúpate’. Desde entonces, cada vez que me siento agobiada, recuerdo esas palabras y me enfoco en actuar”.
Hoy, como gerente de proyectos sociales de la Fundación Santo Domingo, aplica esa filosofía en iniciativas que impactan comunidades como Getsemaní, Barú y Ciudad de Bicentenario. Su enfoque se centra en áreas como educación, desarrollo territorial y cultura, promoviendo el bienestar y la sostenibilidad.
“Mi misión es ayudar a las personas a ser su mejor versión, para que puedan llevar bienestar a sus familias y construir un país más equitativo y sostenible”, afirma.
Entre los múltiples proyectos que lidera, Verónica resalta la importancia del contacto directo con las personas.
“Lo que más disfruto es escuchar las historias de la gente. Sus palabras de agradecimiento me llenan de satisfacción. Es ahí donde confirmo que todo el esfuerzo vale la pena”, comenta.
Para ella, “los proyectos son como hijos”, pero lo que más la motiva es ver la transformación en las vidas de quienes participan en ellos. “Esa es la verdadera recompensa”, añade.
Con su empatía y determinación, Verónica Trujillo demuestra que el cambio comienza con pequeñas acciones y el compromiso de cada día. Su historia no solo inspira a las comunidades con las que trabaja, sino también a quienes tienen el privilegio de conocerla. Desde la revista Visor, destacamos su ejemplo de perseverancia, recordando el mensaje que orienta su vida: “No te preocupes, ocúpate”.
