Nacido el 22 de julio de 1943 en Cartagena de Indias, Ricardo Torres Jiménez, conocido como “Congo” y “La Araña”, es un testimonio vivo de la pasión y la perseverancia. A sus 81 años, ha dedicado su vida al deporte y a su comunidad en Piedra de Bolívar, donde ha vivido durante 58 años. Es un referente no sólo en diversos conocimientos deportivos, sino también en cómo aprovechar los talentos innatos y comprender el transcurso de la vida, transmitiendo su sabiduría a quienes lo rodean.
De la adversidad al béisbol y el sóftbol
Creció en una familia de 14 hermanos y tras perder a sus padres a los 14 años, se vio obligado a trabajar en múltiples oficios, desde ayudante de albañilería hasta vendedor de pescado. Siempre buscó enfocarse en su progreso personal y aunque en muchas ocasiones se le presentaron oportunidades para entrar al mundo de los vicios y la delincuencia, las ganas de salir adelante y los principios inculcados por sus padres, lo motivaron a mantenerse firme ante esas situaciones y esmerarse en avanzar superando los obstáculos que se le presentaran.
Su amor por el béisbol y el sóftbol comenzó en 1958, jugando en la primera base para equipos como Las Estrellas de Santa Rita. Con el tiempo, se destacó como Center-Field, ganándose el apodo “La Araña” por su habilidad para atrapar bolas difíciles. Se convirtió en un jugador versátil, participando en torneos intercontinentales y desempeñando casi todas las posiciones en el campo. En 1983, se convirtió en árbitro y arbitró durante su carrera entre 200 y 300 partidos de béisbol y sóftbol. En la actualidad ya está retirado, mas es fiel seguidor de los torneos que se realizan en la ciudad de Cartagena e incluso ha asistido a varios de estas competiciones con su nieta mayor, quien comparte su pasión por el deporte.
Su conocimiento y pasión destacan en cada juego, tanto como jugador y árbitro en el pasado como ahora en su rol de seguidor. Para él, el béisbol es más que un deporte, es una expresión cultural que, lamentablemente, va perdiendo relevancia debido a la falta de apoyo gubernamental, en contraste con deportes como el fútbol. Por ello, critica frecuentemente los sistemas actuales, que tienden a destacar los aspectos negativos de Colombia en lugar de fomentar el talento innato que el país puede producir.
Un hombre de familia
En lo personal, su familia siempre ha sido su prioridad. Se casó con Juana Rodríguez Marimón en 1971, y juntos han construido una familia sólida con tres hijos: Rosa Helena Torres Rodríguez, Arlet Torres Rodríguez y, Ricardo Torres Rodríguez, aunque perdieron a un cuarto en la infancia, su recuerdo sigue vivo en sus corazones. Con su familia y familiares ha creado un vínculo muy cercano, ya que, según sus palabras, se siente como cuando vivía en su casa con sus padres, la unión y la fraternidad que la familia de su esposa le ha ofrecido ha sido una fortaleza en momentos de escasez y dificultades.
Ricardo es descrito por amigos y vecinos como un hombre de carácter fuerte y disposición alegre. Su cuñado le apodó “Congo”, mientras que “La Araña” refleja su destreza en el campo. Él ha sido testigo del crecimiento de su barrio, compartiendo relatos nostálgicos sobre el béisbol, y de cómo no se deberían perder las tradiciones con respecto al deporte y mucho más con este. El béisbol le ha dado glorias en los Juegos Olímpicos al país: dos medallas de oro (1947, 1965), dos de plata (1945, 1971) y dos de bronce (1948, 1974), esto nos demuestra la destreza del talento colombiano, sólo falta más apoyo, resalta.
Inspiración para las nuevas generaciones
A pesar de las adversidades, Ricardo nunca ha perdido el optimismo; sigue asistiendo a juegos, motivando a los jóvenes y recordándoles la grandeza del béisbol y el sóftbol. Para él, cada partido es una oportunidad para revivir momentos de gloria y compartir su conocimiento. Además de evocar memorias extraordinarias, también busca inspirar a las nuevas generaciones, alentándolos a participar, aunque sea como espectadores, para que aprecien y apoyen a los futuros beisbolistas de Cartagena y Colombia.
Ricardo Torres Jiménez es mucho más que un jugador y árbitro; es un hombre de principios, un esposo dedicado, un padre amoroso y un vecino ejemplar. Su vida es un recordatorio de que, con perseverancia y amor, se pueden superar obstáculos, siendo una figura querida en su comunidad y un verdadero ícono del deporte en Piedra de Bolívar.
Su enseñanza de vida nos muestra que ante todas las circunstancias que se nos presentan en la vida, lo más importante son los principios y la valentía con la que se decide luchar contra las adversidades y aun con las tentaciones que nos presenta el destino. Cuando amas y valoras el talento con el que naciste, puedes sobreponerte e inspirar a otros a salir adelante, resalta.
Por otro lado, nos deja en claro que es necesario no sólo guiarse por el sentimiento, sino que también hay que tener pensamiento crítico para cuestionar todo aquello que perjudique a nuestra sociedad y a nuestro país, que es necesario empezar a dar el ejemplo empezando por uno mismo y así fomentar las acciones que producirán el cambio en nuestro entorno en algún futuro cercano, demostrando que es importante mantener la sabiduría de los ancianos y la cultura que nos mantiene con identidad.
