El uso de combustibles adecuados es fundamental tanto en aviones como en automóviles, ya que estos vehículos, aunque comparten la característica de tener motores de combustión interna, requieren diferentes tipos de gasolina debido a las condiciones particulares a las que se enfrentan.
El profesor Yulanderson Salguero Rodríguez, del programa de Ingeniería Química de la Universidad Tecnológica de Bolívar, explica las diferencias entre la gasolina de avión y la normal, así como las posibles consecuencias del mal uso de estos combustibles.
“La gasolina de avión, comúnmente conocida como combustible de aviación, está diseñada específicamente para funcionar en condiciones extremas a las que se enfrentan los aviones durante el vuelo. Los aviones están expuestos a altitudes elevadas, bajas presiones y temperaturas extremas y su combustible debe ser altamente estable y tener una volatilidad controlada para evitar cualquier riesgo de explosión en estas condiciones”, señala el profesor de la UTB.
El elemento principal en la gasolina de avión es el queroseno, un subproducto derivado de la destilación del petróleo. Este compuesto no puede ser utilizado inmediatamente después de su separación, ya que debe pasar por varios procesos para garantizar su estabilidad y seguridad en condiciones extremas. “Se eliminan excesos de azufre y se añaden aditivos para garantizar la estabilidad que se necesita a esas condiciones de altura, temperatura y presión”, afirma Salguero.
Gasolina normal
Por otro lado, la gasolina normal, utilizada en automóviles y motocicletas, está diseñada para funcionar en condiciones ambientales estándar, donde la presión y la temperatura no varían de manera tan drástica como lo hacen a grandes altitudes. La gasolina convencional es más volátil, lo que la hace menos adecuada para situaciones en las que se experimentan bajas presiones y temperaturas extremas, como las que se encuentran en vuelos a gran altitud.
Salguero advierte que usar gasolina normal en un avión podría ser catastrófico debido a su volatilidad. A grandes alturas, donde la presión es mucho menor, esta gasolina podría desestabilizarse y causar una explosión, poniendo en peligro la vida de los pasajeros.
¿Qué pasa si uso gasolina de avión en mi carro?
El uso incorrecto de estos dos tipos de combustibles puede tener consecuencias graves tanto para la maquinaria como para la seguridad de las personas. Si se usa gasolina normal en un avión, la volatilidad podría causar una explosión. A la inversa, el riesgo es mucho menor, pues usar gasolina de avión en un automóvil únicamente dañaría el motor y aumentaría las emisiones contaminantes; no hay riesgo de explosión, según explica Salguero.
La Gasolina de los aviones tienen mayor octanaje, por lo general 100 o más, diseñada para motores de alta compresión que operan en condiciones extremas. La gasolina de carro, en cambio, tiene menor octanaje, entre 87 y 95, y es adecuada para motores de menor compresión que operan en condiciones ambientales normales.
A pesar de esta diferencia de octanaje, es falsa la creencia de que un carro o moto podría ganar más potencia o velocidad si usa gasolina de avión. La velocidad y el rendimiento de un vehículo están más relacionados con el diseño del motor, la relación de compresión y otros factores mecánicos, no simplemente con el octanaje del combustible.
Impacto ambiental del combustible de aviación
El combustible de aviación ha sido un tema de preocupación en términos de su impacto ambiental. Según un informe de National Geographic de 2022, las aerolíneas fueron responsables del 2,5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, lo que equivale a más de 900 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2).
Para mitigar este impacto, se están implementando combustibles sostenibles que podrían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la aviación hasta en un 80%. En Colombia, un programa de biocombustibles mezclados con combustibles fósiles ya ha evitado la emisión de más de 31 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, mejorando la calidad del aire y la salud pública.
Sin embargo, esta transición hacia el uso de combustibles más sostenibles en la aviación es un proceso gradual que toma tiempo. Según explica Salguero, “no es únicamente diseñar y producir un combustible más sostenible y ya mismo cambiarlo. Es un proceso gradual porque hay que cambiar la máquina, el dispositivo, la turbina, los motores, todo lo que opera con ese componente. Hay que diseñar el equipo, hay que optimizar la escala piloto en laboratorios y ahí sí, llevarlo a un montaje”.
Aunque la transición energética es un objetivo a largo plazo, es evidente que tanto la industria aeronáutica como la automotriz están tomando medidas para reducir su huella de carbono. La utilización de biocombustibles y otras alternativas sostenibles es una visión del futuro cercano que promete un impacto positivo tanto en el medio ambiente como en la salud global.
