Por: William Arellano Cartagena, decano facultad de Educación UTB.
Luego de dos años de confinamiento por la pandemia por COVID 19 y el desarrollo de una educación virtual y remota, el retorno a la presencialidad ha sido muy positivo para estudiantes y docentes.
Sin duda, han existido motivaciones y temores en estudiantes y docentes frente a la necesidad de un retorno seguro en las escuelas y universidades. Estudios realizados han demostrado que aspectos académicos, psicosociales y de salud pública han incidido en la decisión de retorno.
Dentro de los aspectos académicos a destacar en la decisión de retorno de los estudiantes están:
- “Aprovechar los laboratorios, herramientas y tecnologías disponibles en la institución para clases prácticas y trabajos”
- “Asistir a clases presenciales donde uno viva experiencia de aprendizaje novedosas e interactivas que se diferencien de lo que se hace remotamente”
- “Reencontrarme y compartir presencialmente con mis profesores y compañeros”
- “Cambiar de ambiente y tener de nuevo contacto con la universidad a nivel presencial”
- “Aprovechar la infraestructura en cuanto a bibliotecas, cafetería, zonas verdes, wifi y puntos de encuentro”
La tecnología ha sido clave para la enseñanza, pero no suficiente
La pandemia ha representado un cambio en nuestro quehacer docente, el aspecto más positivo ha sido la real incorporación de las tecnologías en nuestra práctica docente, no solo por un mayor uso de las tecnologías para la enseñanza, sino también por la incidencia de estas en los procesos de aprendizaje y en el rendimiento académico de los estudiantes.
Sin embargo, la pandemia afectó los aprendizajes de los estudiantes, principalmente en educación inicial y básica primaria, y ha representado un reto para que los docentes diseñen estrategias de enseñanza y evaluación, que afiancen los aprendizajes y mejoren los resultados de los estudiantes en las evaluaciones internas y externas.
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La experiencia docente en la educación virtual durante la pandemia
Durante los años 2020 y 2021, bajo el uso de la educación remota, fueron muchas las experiencias vividas con los estudiantes, que representaron desafíos y retos en mi práctica docente. Algunos estudiantes tuvieron dificultades para asistir a las sesiones remotas, ya sea por la falta de conectividad o por no contar con un equipo o dispositivo móvil para conectarse.
La ausencia en las sesiones remotas obligó a establecer criterios más flexibles, principalmente en la asistencia y en la entrega de las actividades de evaluación.
En este marco, las interacciones docentes – estudiantes no solo estaban limitadas a las sesiones de clases, sino también a un diálogo para asegurar la permanencia de los estudiantes a través de correos electrónicos e incluso por chat de WhatsApp.
El principal reto de los docentes durante el proceso de educación virtual fue la administración del tiempo y la separación de las actividades docentes y las labores personales del hogar. Al inicio del proceso, fueron momentos tensos frente a la necesidad de tener un espacio en casa para realizar el trabajo, contar con equipos de cómputo y conectividad para el trabajo a distancia, organizar el número de reuniones remotas y establecer horarios diferentes entre trabajo y casa.
¿Se deben mantener las clases virtuales?
Con la experiencia vivida durante la pandemia, es obligatorio que las escuelas y universidades mantengan el uso de la TIC en la docencia.
La pandemia nos dejó muchas enseñanzas, sobre todo en la necesidad de flexibilizar las metodologías didácticas, y seguir incorporando las tecnologías a la educación. Por lo tanto, vamos a desarrollar a futuro no solo sesiones de clases presenciales, sino que debemos mantener en forma combinada lo presencial con la educación virtual y remota.
De igual manera, en el futuro habrá una mayor oferta de programas de pregrado y posgrados bajo modalidad virtual y a distancia, como también opciones metodológicas combinadas: presencial – virtual, presencial – remoto, presencial – virtual y remoto.